viernes, 6 de marzo de 2015

Cuando un paciente muere

Ha fallecido un paciente en mi turno.

Yo, la enfermera, he sido la última persona con la que ha hablado, a la última persona que ha visto antes de irse.

Recuerdo que le saludé con una sonrisa, como siempre; le pregunté cómo estaba; le hice reir.
-Las sonrisas son gratis y los besos no se gastan- le dije un día.

Creo que nuestra labor como enfermeras, como personas, es ser amables cada día con el paciente.
Porque si esa persona vive, tendrá un bonito recuerdo de alguien que le cuidó con cariño.

Y si se marcha, serán tus últimas palabras las que haya escuchado, tu último rostro el que vea y la última sonrisa que le haya iluminado un poquito su corazón.

Me quedo con tu sonrisa, con tus amables palabras y con el recuerdo de lo tranquilo que dormías.

Gracias por esta LECCIÓN de VIDA.

Patricia.


2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo. Yo soy farmacéutica, y a veces se nos olvida que no estamos en una mercería vendiendo encajes... tratamos con gente que puede estar enferma, o que tiene a un ser querido que lo está, que está preocupado, que no sabe muy bien de qué va la cosa, y que necesita información y cariño y una persona que le sonría, le comprenda y le escuche... a veces se nos olvida lo más bonito de nuestra profesión, que es el bien que gratuitamente podemos hacerle al prójimo.
    Un abrazo fuerte!

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