Cuando el paciente eres tú, se ve todo desde otra perspectiva.
Agradeces las palabras amables del personal sanitario, una sonrisa, que entren en la habitación a preguntarte, que te digan cómo se llaman.
Agradeces que no te juzguen, que te escuchen, que no te cataloguen de buen o mal enfermo.
También aprendes a valorar el trabajo que realizan tus compañer@s de profesión y los relacionados con la enfermería.
Y sobre todo, aprendes a conocerte y a saber cómo quieres y no ser con tus pacientes.
Porque el paciente, como su propio nombre indica, es una persona que espera y espera y desarrolla un ejercicio de paciencia muy grande.
Aprendes a ver los dos lados y comprendes todo el conjunto, desde ambas perspectivas.
Así que, para algo me ha servido ponerme enferma.
Buenas noches.
Patricia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario